Miercoles 02-03-22 El presidente Fernandez inauguro las sesiones ordinarias del Congreso con un discurso de pocos anuncios, tibia condena a la invasión rusa a Ucracia, chicanas, pifies y furcios para Todes.
El discurso, con problemas de actuación y evidente falta de ensayo en su letra, duró 90 minutos como una película promedio. Repasó la historia reciente argentina en la que, según el guion de Cristina, de una lado están los buenos -ellos- y del otro el satánico Doctor No: Mauricio Macri.
Para desagrado de la Jefa, Alberto Fernández -retado desde la toma inicial del film- no recordó los gobiernos de los K con estadísticas, hechos, anécdotas y relato sino que se centró en sus años de gestión en los que, según él, salvó a la economía del desastre macrista y la pandemia e hizo lo imposible por salvar vidas, aunque se le escaparon 125 mil personas.
Con pocos anuncios al futuro, aseguró que el acuerdo con el FMI está cerrado y que necesita de todos pero chicaneó a la principal oposición y recibió el faltazo del hijo de quien lo hizo presidente. Máximo Kirchner prefirió quedarse con la familia que escucharlo al Tío. El otro heredero de la Cámpora, Wado, se fue a España para interiorizarse de qué celular comprarse con el próximo sueldo (lo invitaron a una convención de tecnología 5G).
Alberto habló del fuego y el cambio climático sin hablar de Corrientes. De obra pública transparente con Cristina al lado. De gasoductos millonarios olvidando los escándalos de corrupción K. Y de derechos humanos obviando a los feudos de su amado Insfrán o que, días atrás, entregó la soberanía al «democráta» de Vladimir Putin.
A Alberto no lo acompañó ni la plaza ni el rating. Tuvo más furcios que mentiras y se fue sin inaugurar la sesión mientras la Jefa le guiaba la puerta de salida.
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