Lunes 28-02-22 Jorgito es una persona con discapacidad con la cual me reencontré en la siesta de este lunes lluvioso después de varios meses y que es protagonista de una historia de vida.
Algunos lo recordaran por haberlo visto durante mucho tiempo en la entrada de Vea, de la ciudad capital, donde era habitual que estuviera sentado en su silla de rueda y con una mesita en la que había una cajita para que el que quisiera depositara su ayuda.
Yo lo conocí allí en ese lugar y de tanto pasar llegue a tenerle afecto que era correspondido con sus gestos mas que palabras porque eran inentendibles pero que no hacían falta, porque lo gestual era la vía de comunicación.
Lo curioso es que como estaba siempre solo y no había a quien preguntarle desconocía su nombre, algo que descubrí con posteridad cuando se desencadenaron los hechos, que son el núcleo de esta historia.
Un día que concurrí a dicho centro comercial, note que había un lugar vacío en el espacio de entrada el que siempre era ocupado por nuestro «amigo» , lo primero que pensé es que seguramente tuvo algún problema de salud o de otra índole que le impidió estar , conforme con mi propia explicación me fui.
Pasaron unas semanas y volví a dicho comercio, y el espacio de la entrada seguía vacío, mi preocupación se disparó y pensando algo podía haberle ocurrido acudí al personal de vigilancia para preguntar si sabían algo de mi «amigo» y allí tuve dos sorpresas; la primera enterarme que mi «amigo» se llamaba Jorgito y la segunda, no tan agradable, ya que su ausencia se debía a una denuncia de un cliente de Vea en la que manifestaba que la presencia de Jorgito era un «espectáculo desagradable» por lo tanto pedía no le permitieran estar allí.
Pese a estos argumentos inexplicables, la firma comercial prohibió la presencia de esta persona con discapacidad en la entrada de su local. Mis sentimientos en ese momento se mezclaban entre la bronca por una medida que me parecía injusta y la tristeza por la mezquindad de algunas personas y por no conocer mas datos sobre Jorgito para ver si podía ayudar en algo.
Pasaron varios meses de este suceso y hoy lunes tuve que ir al centro de Santiago e inesperadamente recibí la alegría de reencontrarme con «Jorgito» en esta desolada siesta. Allí estaba solo, sentado en su silla de rueda con su mesita en la vereda de una entidad bancaria de 24 de setiembre y 9 de julio. Como comenzaba a llover le dije si quería lo corriera mas al resguardo, la verdad no pude entender su respuesta y como a pocos metros había una garita policial, le transmití mi inquietud al efectivo y entre los dos lo ubicamos para que estuviera mas protegido.
No se si cuando en unos días vuelva la actividad normal le permitirán a Jorgito permanecer en ese lugar o tendrá que buscar otra parada, pero tengo la seguridad que este donde este lo volveré a encontrar. Lo importante y mi alegría es saber que esta bien y le sigue peleando a la vida.
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