Le amputaron las piernas pero brilla en patín artístico

Lunes 20-11-17   A pesar de que casi muere a los dos meses de vida por una meningococcemia, que derivó en la doble amputación de las piernas debajo de las rodillas  y casi todos los dedos de ambas manos,  in embargo Esmeralda Riggio, de 10 años, brilla cada vez que sale a la pista a competir en patinaje artístico.

esmeralda-riggioLa fulminante enfermedad afectó las arterias principales y la única oportunidad de sobrevivir iba a marcar su futuro. «Para que se salvara, la única alternativa que teníamos era la doble amputación de las piernas y parte de los dedos de las dos manos. Tomé la decisión de hacerlo para darle una segunda oportunidad de vida», decía Verónica, la madre de Esmeralda en un testimonio al diario La Nación.

A la edad en la que los bebés empiezan a gatear, Esmeralda ya había estaba aprendieron a convivir con las prótesis. «Desde los 7 meses y hasta los 6 años fue una gran lucha. Todos los días, de 12 a 13 yo apagaba todo y me dedicaba a estar con ella y ayudarla con las prótesis. Al principio era llanto y decirme ‘¿por qué a mí? Quiero tener piernas’. Siempre traté de desdramatizar el asunto. Fue hasta que hizo un click y ahora es feliz», recordó la mujer, que también es madre de Valentina y Candelaria, las dos hermanas mayores.

«A ella le gusta correr, es muy activa. Siempre se la apoyó en sus decisiones y nunca se la limitó. Por ejemplo, nunca la senté en una silla de ruedas. Siempre usó las prótesis desde los 7 meses «, detalló Verónica que fue la promotora de que Esmeralda desembarque en el patinaje artístico en su ciudad natal, Chivilcoy.

Con el patín comenzó una nueva etapa: «Fue una sorpresa para todos cuando la aceptaron y comenzó a tomar clases con Claudina. Nadie sabía lo que iba a pasar, pero ella a los 3 meses ya patinaba y competía».

Claudina, tiene tan solo 15 años y desde junio del 2016 tomó el desafió de ayudar a Esmeralda, y así contaba como fue el proceso: «En junio del año pasado comenzó a venir a entrenar y a los pocos días podía ir sola de pared a pared. Los primeros problemas ocurrieron cuando comenzó a ir más rápido, entonces no podía doblar, ni frenar. Le conté a mí papá que arma patines y él le adaptó unos para sus prótesis; desde ese momento, comenzamos a trabajar para que aprendiera las figuras. Yo la agarraba de las manos y la ayudaba. Ella veía a las otras nenas y se esforzaba para progresar a la par, hasta que aprendió a patinar para atrás».

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